martes, 5 de febrero de 2013


Monzerrat, un testimonio más de Bullying


CIUDAD DE MÉXICO, 1 de marzo.- María Elena de la Fuente dice que ahora puede contarlo con serenidad, pero sus ojos se enrojecen al recordar el momento en que su hija Monzerrat le confesó que se quería morir.
“Monse decía que se quería morir. Para una niña de la edad de ella, decir eso es que realmente su mundo se le está derrumbando”, dice María Elena.
Esta niña de 11 años enfrentó por tres continuos acoso en su primaria.
“Fue muy triste para mí, todos me excluían, nadie me hacía caso, me hacían sentir muy mal… Que estaba gorda, que parecía una ballena, estas agresiones venían de algunos compañeros en particular”, relata esta menor, quien con autorización de sus padres y por voluntad propia acepta hacer pública su historia y dar a conocer su nombre real.
Monzerrat pensó que al llegar a la primaria sería una continuidad del kínder, donde comenzaron los amigos, que esta etapa sería la cristalización de los “amigos por siempre”, pero no fue así.
Dejó de tener amigos, su actitud cambió, incluso su mamá recuerda que se volvió rebelde y grosera, sus padres no sabían cuál era el motivo porque esta menor, durante el tiempo en el que fue víctima de bullying, nunca denunció nada.
“Estaba aislada, se escondía a llorar debajo de las mesas, durante mucho tiempo estuvo enojada, pero el detonante fue cuando de las agresiones verbales, pasaron a las agresiones físicas”, explica María Elena.
Fue en ese momento en que Monse ya no pudo ocultarlo y soportarlo más y por fin reveló todos los años de padecer los malos tratos.
“Lo que pasa es que mi mamá se dio cuenta de mis cambios de actitud, tenía una forma de ser de como la tenía antes, en el kínder tenía muchos amigos y en la primaria nadie me hablaba”, expone serena, con una voz débil.
María Elena denuncia que en la primaria mixta en la que su hija todavía cursa la educación básica, a pesar de denunciar los hechos relatados por su hija, el caso fue tomado por los maestros como algo normal.
“En la escuela tampoco le dieron el tratamiento adecuado, porque piensan que es normal que los niños se agredan entre ellos y que se trata de algo pasajero y no va a pasar nada”, agrega.
María Elena agradece que su esposo contara con la posibilidad de conocer a Trixia Valle, directora de la Fundación en Movimiento, en la cual atienden casos de bullying.
“Ya tengo más amigos, ya me hablan las niñas que no me hablan antes, ya me incluyen más o menos en sus equipos y tengo una amiga”, dice Monse, un año después de iniciado el tratamiento.


Fuente: http://www.excelsior.com.mx/2011/03/01/comunidad/718359

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